miércoles, 7 de diciembre de 2011

Educar

Educar es lo mismo que poner motor a una barca. Hay que medir, pesar, equilibrar y poner todo en marcha. Para eso, uno tiene que llevar en el alma un poco de marino, un poco de pirata, un poco de poeta y un kilo y medio de paciencia concentrada. Pero es consolador soñar mientras uno trabaja, que ese barco, ese niño irá muy lejos por el agua. Soñar que ese navío llevará nuestra carga de palabras hacia puertos distantes, hacia islas lejanas. Soñar que cuando un día esté durmiendo nuestra propia barca, en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada.
Poesía interesante para todos aquellos que aspiran a ser maestros/as. Y es que no todo el mundo está hecho para enseñar, para ponerse delante de unos 25 niños y niñas y enseñarles una serie de valores directa o indirectamente.

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